En el diseño y fabricación de cualquier producto es imprescindible la selección y combinación adecuada de ingredientes y/o materiales de diferentes tipos a fin de conseguir cumplir con las expectativas de nuestros clientes. Del mismo modo, en las empresas hay equipos de personas que trabajan con unos objetivos finales y pensando en unos potenciales clientes. Estos equipos funcionan como un sistema coordinado y, si buscamos un buen resultado final, es fundamental su correcto engranaje.
Las empresas deben ser capaces de transmitir a sus clientes la confianza máxima en los beneficios de los productos que suministran, tanto en cuanto a su calidad como a su eficacia. Comunicar, en definitiva que su producto es fiable y veraz. Ello implica, como en muchos otros sectores del mercado, mantener el equipo de trabajo motivado y entregado, en buena salud ya que es el equipo el autentico motor de cualquier empresa.
En la medida en que el conjunto de empleados confía en el producto, el valor se transmite al exterior. Los trabajadores convergen siempre que hay dos puntales: unos buenos líderes (buenos gestores de la incertidumbre) y buena relación entre los miembros de la organización (buena comunicación).
Desde nuestra experiencia sabemos que los equipos, como organizaciones humanas necesitan una buena relación. Este vínculo, aunque intangible, es indispensable para un resultado de éxito. En este sentido, hay tres aspectos sobre los que es indispensable incidir:
– La positividad como regla de oro
– La resiliencia, como capacidad de cambio
– La inteligencia del sistema, como herramienta de relación con uno mismo y con los demás.
Cuando conseguimos el bienestar de los propios equipos, mejora el rendimiento y se transmite inconscientemente al exterior de la empresa un mensaje de credibilidad y de valor.
Mantener la positividad es una regla de oro en cualquier organización y va muy ligada a la gestión del tiempo y del estrés. En una conferencia dirigida a los RRHH de un conjunto de grandes compañías vinculadas al mundo médico, se presentaron unos aspectos fundamentales a tener en cuenta para el buen rendimiento de cualquier equipo. Y entre ellos se destacaba la reducción del tiempo de estrés. Todos podemos aguantar un buen rato sin molestias un vaso con un dedo de agua. Pero si tenemos que mantenerlo en la mano una mañana, una semana o un año acabaremos teniendo consecuencias perdurables. Lo mismo ocurre con el estrés. El estrés es el gran enemigo de la positividad. Afecta directamente a la actitud de las personas de los equipos y por tanto en el clima del trabajo.
Positividad es nombrar lo que está pasando, lo que preocupa, los éxitos, el buen trabajo de forma clara y realista. Todos los miembros de un equipo tienen unos roles reconocidos (como por ejemplo: jefe de control de calidad o de I + D) y unos roles fantasmas (no escritos como puede ser el gruñón o el que establece puentes). Todos los roles tienen una función y una razón de ser en las empresas. Escucharlos y comprender qué necesidad se esconde detrás de una actitud ayuda a cohesionar el grupo y aceptar a todos los componentes.
En relación a la resiliencia, la capacidad de cambio dependerá del acompañamiento que hagan los diferentes líderes y responsables frente a las nuevas situaciones. Si tenemos que adaptar un producto a una nueva demanda social, lo primero que tendremos que hacer es trabajar la gestión del cambio en los propios equipos. Es decir, ser conscientes de dónde estamos, el punto de partida, el objetivo donde queremos llegar y cuál es el muro que imposibilita el paso entre dónde estamos y donde queremos estar. También es muy interesante poder jugar con los diferentes departamentos y abrirles los ojos a entender las necesidades, la perspectiva y el análisis de la presión a la que se sienten sometidos en el día a día.
Tanto la positividad como la resiliencia van ligadas a la inteligencia del sistema, es decir a sacar lo mejor de los recursos personales y de los departamentos. Eso supone: hacer un trabajo a nivel emocional, gestionar el tiempo y sobre todo cuidar la comunicación. Comunicar es explicarse de forma concreta, clara, directa, en el espacio adecuado y es aceptar que el otro haga una contraoferta a lo que proponemos y que marquemos un tiempo de plazo adecuado a la realidad. Comunicar implica que hay compromiso por ambas partes de la comunicación para llegar a un acuerdo.Los empleados son una pequeña muestra de la sociedad y su opinión es importante para conocer lo que después nos podemos encontrar en el mercado. ¿Qué queremos ofrecer? Empezamos creando el ambiente dentro de la propia empresa, formamos equipo con los valores que queremos transmitir para garantizar que nuestros productos son una marca única porque tienen añadido el valor personal de cada miembro del equipo. Sólo desde ahí podemos afrontar la incertidumbre y apostar por ofrecer un innovador y competitivo, producto estrella, óptimo para nuestros clientes.
Mònica Jal Mora